En
cierta ocasión, el archifamoso concertista de piano Arthur
Rubinstein fue contratado para dar un concierto en el Antiguo Teatro
Circo. El alcalde de la ciudad estaba en uno de los palcos del
proscenio, muy atento al desarrollo del concierto, aunque la música
clásica no era su fuerte.
Al terminar una pieza de Chopin, el alcalde se dirigió al pianista diciéndole:
- Maestro, toque “Las Golondrinas”
Rubinstein
le dirigió una sonrisa y, naturalmente, siguió tocando temas de
Chopin. Más tarde, durante el entreacto, el alcalde subió a saludar
a Rubinstein, y éste le dijo:
- Perdone señor alcalde, no he tocado la obra que me pidió porque “Las Golondrinas” es una obra para orquesta, no para piano.
El
alcalde le puso la mano en el hombro con condescendencia y le
sentenció:
- No faltaba más, ya la aprenderá usted.
Alfonso Santos
La anécdota se la oí hace muchos años al propio Rubinstein en tve. Gracias la estaba buscando :)
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