miércoles, 7 de mayo de 2014

DON ERRE QUE ERRE


En cierta ocasión, el archifamoso concertista de piano Arthur Rubinstein fue contratado para dar un concierto en el Antiguo Teatro Circo. El alcalde de la ciudad estaba en uno de los palcos del proscenio, muy atento al desarrollo del concierto, aunque la música clásica no era su fuerte.


Al terminar una pieza de Chopin, el alcalde se dirigió al pianista diciéndole:

  • Maestro, toque “Las Golondrinas”

Rubinstein le dirigió una sonrisa y, naturalmente, siguió tocando temas de Chopin. Más tarde, durante el entreacto, el alcalde subió a saludar a Rubinstein, y éste le dijo:

  • Perdone señor alcalde, no he tocado la obra que me pidió porque “Las Golondrinas” es una obra para orquesta, no para piano.

El alcalde le puso la mano en el hombro con condescendencia y le sentenció:

  • No faltaba más, ya la aprenderá usted.

 
 
Alfonso Santos

1 comentario:

  1. La anécdota se la oí hace muchos años al propio Rubinstein en tve. Gracias la estaba buscando :)

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