Como dato importante en la historia del viejo coliseo, en el año 1935, medio siglo después de su inauguración, se produjo una profunda remodelación, siendo su nuevo empresario D. Ramón Minguell Carreras, dotando al local de todos los adelantos técnicos del momento. Cabe destacar la excelente idea que tuvo este empresario al contratar los servicios del excelente electricista Rafael Baillo Rosas, que fue el encargado de hacer posible una obra de arte en el techo del citado teatro.
Esta idea consistía en hacer infinidad de taladros en la escayola del cielo raso; a continuación, con innumerables trozos de hojalata, eran trabajadas en un yunque y atravesadas con una punta o clavo, dando un dibujo en forma de estrella. A continuación puso unas bombillas de señalización alimentadas con un autotransformador. Una vez terminado este extraordinario trabajo, daba la sensación de que los espectadores presenciaban las respectivas proyecciones bajo el firmamento lleno de estrellas, como si de una noche despejada se tratara. Como caso curioso ocurrió que, al inicio de la Guerra Civil, la primera bomba que cayó en Cartagena repercutió en el citado cielo raso, desapareciendo éste para siempre. Anécdota de Alfonso Santos